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miércoles, 11 de enero de 2017

RESEÑAS HISTÓRICAS DE CHILE

A 107 años de la Matanza de la Escuela Santa María de Iquique - Alternativa Obrera


MATANZA ESCUELA SANTA MARÍA




El sábado 20 de Diciembre llevaremos a cabo desde AO la actividad en conmemoración de los 107 años de la Matanza de la Escuela Santa María de Iquique. valor de 1000 pesos e incluye un plato único de comida.

Esta conmemoración tendrá lugar en la sede del Sindicato Nacional N° 1 de Trabajadores Embotelladora Andina S.A, ubicado en calle Euclides #1324, San Miguel, desde las 13:00 hrs. y consistirá en un almuerzo compartir entre los asistentes diferentes experiencias de organización y luchas de la clase obrera y contara con exposiciones audio-visuales sobre la lucha de los obreros del salitre, palabras de la directora del Museo Obrero Luis Emilio Recabarren Dolores Mujica, música u otros números artísticos




Santa María de Iquique» redirige aquí. Para la obra musical, véase Cantata de Santa María de Iquique.
Matanza de la Escuela Santa María de Iquique

Escuela Domingo Santa María de Iquique, hacia 1907.
Lugar
Blanco(s)
Escuela Domingo Santa María
Fecha
21 de diciembre de 1907
15:30 (UTC-4)
Tipo de ataque
Arma(s)
Ametralladoras
Muertos
Entre 2200 y 3600
Heridos
Indeterminado
Perpetrador(es)
Motivo
Acabar con el movimiento obrero
La Masacre de la Escuela Santa María de Iquique fue una matanza de trabajadores del salitre cometida en Chile el 21 de diciembre de 1907. Más de 2.000 personas de diversas nacionalidades que se encontraban en huelga general fueron asesinadas por el Ejército mientras se alojaban en la Escuela Domingo Santa María del puerto de Iquique.
La tragedia acaeció en la época del auge de la producción salitrera en Antofagasta y Tarapacá, bajo los gobiernos parlamentarios. La huelga, provocada por las míseras condiciones de trabajo y la explotación de los obreros, fue reprimida por medio del indiscriminado uso de la fuerza armada por parte del gobierno del presidente Pedro Montt.
El general Roberto Silva Renard, comandando las unidades militares bajo instrucciones del ministro del interior Rafael Sotomayor Gaete, ordenó reprimir las protestas, matando a los trabajadores junto con sus familias y dando un trato especialmente duro a los sobrevivientes.
Habrían sido asesinados entre 2200 y 3600 personas,1 2 3 donde se estima que un alto número no determinado, eran peruanos y bolivianos quienes a pesar del pedido de sus cónsules se negaron a abandonar el movimiento.4

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A principios del siglo XX, la cuestión social en la región de Tarapacá empezó a manifestarse en el malestar de los obreros de las oficinas salitreras, que en distintas peticiones reclamaban al Gobierno de Santiago atención y mejoras en sus condiciones de vida y laborales, las cuales eran deplorables.


MATANZA de la ESCUELA DOMINGO  SANTA MARÍA


www.iquiquetv.cl: Video Resumen del programa MASACRE DE LA ESCUELA DOMINGO SANTA MARÍA. Con el deseo de conseguir mejoras en sus deplorables condiciones laborales y de vida, los obreros de las oficinas salitreras de Tarapacá, en diciembre de 1907 pararon todas sus actividades en las faenas dando origen a la mayor huelga de trabajadores que haya visto la región hasta el día de hoy.
En Iquique, hasta donde llegaron para negociar el pliego de peticiones con los dueños de las oficinas salitreras, fueron alojados en la antigua Escuela Domingo Santa Maria.
El 21 de diciembre de 1907, el gobierno de aquél entonces, bajo la presidencia de Pedro Montt, ordenó poner fin a la huelga, decisión que costó la vida de cientos de hombres, mujeres y niño; hecho que se dio a conocer como la Matanza de la Escuela Santa María.










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Conflicto del Beagle - Chile Argentina 1978

Se conoce como Conflicto del Beagle al desacuerdo entre la República Argentina y la República de Chile sobre la determinación de la traza de la boca oriental del canal Beagle, que afectaba la soberanía de las islas ubicadas dentro y al sur del canal, y al este del meridiano del cabo de Hornos y sus espacios marítimos adyacentes.
Los primeros antecedentes del conflicto datan de 1888, siete años después de la firma del Tratado de Límites, y en 1901 apareció el primer mapa argentino en el que algunas de las islas en cuestión fueron dibujadas bajo soberanía argentina. A pesar del pequeño tamaño de las islas, su valor estratégico entre los océanos Atlántico y Pacífico originó un largo conflicto entre ambos estados sudamericanos durante gran parte del siglo XX.
El conflicto se centró en la disputa por la soberanía de las islas e islotes íntegramente ubicados en el llamado «martillo del laudo», un polígono definido en el Compromiso de Arbitraje que ambos países firmaron en 1971, en el que se hallan ubicadas las islas PictonNuevaLennoxGratilAugustusSnipeBecassesGable y otros islotes. Se acordó someter la resolución de la disputa a la decisión de una corte arbitral que debía dar a conocer su fallo al gobierno del Reino Unido, que era el árbitro formal.
El laudo arbitral pronunciado en 1977 otorgó aguas navegables en el canal Beagle a ambos países y la mayor parte de las islas y de los derechos oceánicos generados por ellas a Chile. El gobierno militar argentino rechazó el fallo declarándolo «insanablemente nulo». Luego reactivó sus reclamaciones hasta el cabo de Hornos, incluyendo en la disputa a parte de las islas Wollaston y de las islas Hermite (EvoutBarneveltFreycinetTerhaltenSesambreDeceit e islotes adyacentes) y la parte oriental de la isla de Hornos,1 2 poniendo a ambos países al borde de una guerra.
El conflicto llegó a su punto culminante el 22 de diciembre de 1978 cuando las Fuerzas Armadas de Argentina se dispusieron a ocupar las islas en disputa. La intervención del papa Juan Pablo II evitó la guerra y condujo una mediación que llevó a la firma del Tratado de Paz y Amistad el 29 de noviembre de 1984, que solucionó el conflicto tras más de dos tercios de siglo de disputa. Tras una consulta popular, el gobierno argentino ratificó el tratado, al igual que el gobierno chileno.
En él se reconoce tácitamente la frontera trazada por el laudo arbitral en el canal Beagle que otorga las islas en la mitad norte del canal a la Argentina, y las islas en la mitad sur a Chile. Además el tratado fija un límite marítimo que reconoce a Chile sin nombrarlas todas las islas con costa atlántica hacia el sur y sudeste hasta el Cabo de Hornos. Otorgó, además, derechos de navegación a ambos países en casi toda la zona. Asimismo, concedió a la Argentina la mayor parte de la Zona Económica Exclusiva proyectada hacia el Atlántico, al sureste del meridiano del Cabo de Hornos, y a Chile la totalidad de la plataforma continental de las islas y la mayor parte de la Zona Económica Exclusiva proyectada hacia el Atlántico al noreste del mismo meridiano.
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Videla revela detalles de negociaciones con Pinochet por conflicto del Beagle


“Estuvimos en guerra con Chile; si hubiéramos insistido, todavía hoy estaríamos peleando y llorando”. Desde la cárcel federal de Campo de Mayo, donde cumple cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad, el ex dictador argentino Jorge Rafael Videla recuerda así la tensión vivida en 1978 por el conflicto del Canal Beagle con Chile. El testimonio del ex gobernante argentino (1976-1981) forma parte del recién publicado libro Disposición Final, del periodista Ceferino Reato, quien dedica casi un capítulo completo a ese episodio que culminó con la mediación del Papa Juan Pablo II.
El 2 de mayo de 1977 se conoció oficialmente el laudo arbitral de la Corona británica, que otorgó a Chile las tres pequeñas islas en disputa con Argentina: Lennox, Nueva y Picton. Este episodio hizo que las relaciones entre ambos países se deterioraran vertiginosamente entre mayo de 1977 y diciembre de 1978.
A comienzos de este último año tuvieron lugar dos reuniones reservadas entre Videla y Augusto Pinochet. La primera en la base aérea mendocina de El Plumerillo, el 18 de enero, y la segunda en Puerto Montt, el 20 de febrero. El gobernante argentino afirma que fue su par chileno quien pidió el primer encuentro. “Fue una reunión a solas, él y yo, nadie más. Pinochet comenzó dramatizando sobre la posibilidad de una guerra entre dos países que, dijo, tenían todo para ser complementarios. Yo le contesté que tampoco nosotros queríamos la guerra y que el rechazo del laudo apuntaba a crear las condiciones políticas para llegar a una solución pacífica, negociada. En un momento, Pinochet se levanta y va hasta un mapa que estaba colgado en una pared; vuelve y hace un croquis, traza una línea y me lo muestra: ‘¿Qué le parece?’. ‘Me parece interesante’, le dije. Es que la línea era de norte a sur y partía a dos de las islas, Evout y Barnevelt, la mitad del oeste para Chile y la mitad del este para nosotros. Repartía esos dos territorios. Era un avance, porque impedía que Chile tuviera proyección hacia el Atlántico. Agregué: ‘En principio, me gusta por la dirección norte a sur, pero ¿cómo seguiría esta línea, cuál sería el comienzo y cuál sería el final?’. ‘No avancemos, por ahora estas dos islas’, me contestó”. Paralelamente, negociadores de ambos países acordaron la creación de una comisión para intentar un acuerdo, que sería ratificada con la firma de un documento bilateral en Puerto Montt.
Videla viajó a Chile “muy confiado”, pero se encontró con que Pinochet “había cambiado de idea”, sostiene el libro. El ex dictador argentino recuerda así el episodio: “Lo primero que me dijo fue: ‘El dibujo ése que yo le entregué y que firmamos los dos no va más. La Junta no lo acepta. Olvídese’. Me pareció un gran mentiroso porque el poder en Chile era él, la Junta no contaba. Y me informó que había alterado el programa del acto”.
“(Pinochet) me planteó un problema: ¿Qué hacer? ¿Retirarme al frente de mi delegación y romper la posibilidad de una negociación que, más allá de ese discurso inesperado, había quedado plasmada en el documento firmado? Opté por una respuesta de circunstancia sobre la hermandad entre ambos países, la complementariedad comercial... Me pareció lo mejor: no quise romper todo. La comisión que me acompañaba se enojó conmigo; consideró ese discurso como una aflojada. Acá (en Argentina) también cayó muy mal: los comandantes se sintieron todos ‘halcones’”, sostuvo Videla.
El entredicho aceleró la escalada bélica. Videla asegura que “estuvimos en guerra”. De acuerdo con el libro, a fines de 1978 la flota naval argentina ya navegaba hacia el Océano Pacífico, los aviones habían cambiado sus bases, patrullas del Ejército “operaban en territorio chileno” e, incluso, se había dispuesto el traslado en tren de miles de féretros. “Hubo un Día D, Hora H; ya habían sido determinados. La invasión sería el sábado 23 de diciembre. No queríamos que coincidiera con la Navidad”, dice el ex dictador.
Según el libro, el general Luciano Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo, “sería la punta de lanza de una operación para partir por la mitad a Chile”. El “Cachorro” era el más convencido de una rápida victoria. “Estaba obnubilado con Chile, quería la guerra a todo precio. Pensaba que sería un paseo militar, y decía: ‘Salimos a las 5 de la mañana y a las 5 de la tarde estamos tomando el té con las chilenas en Valparaíso’”, recuerda Videla.
El 21 de diciembre de 1978, en la cuenta regresiva para el inicio del conflicto, un funcionario de la Cancillería interrumpió una reunión entre Videla y los tres miembros de la Junta Militar. Traía un telegrama en el cual Juan Pablo II ofrecía el envío de “un emisario” para intentar una mediación. “¿Cómo llega ahora esta propuesta cuando la guerra ya está en marcha?”, dijo el almirante Armando Lambruschini. “Las órdenes ya fueron dadas, no podemos volver atrás”, lo respaldó el brigadier Orlando Agosti. El general Roberto Viola también se mostró molesto, pero menos que sus colegas.
“Dejé en claro cuál era mi opinión: una respuesta favorable al ofrecimiento del Papa, y di a entender que si decidían otra cosa, yo no seguía”, sostuvo Videla. “Finalicé con una frase que no me olvido: ‘Todo esfuerzo es poco con tal de no ir a la guerra’”, agregó.
“A la mañana del día siguiente, el viernes 22 de diciembre, los tres comandantes , con total desagrado, me dijeron que aceptaban la propuesta del Papa”, relató Videla. “Si de algo estoy conforme, fue de no haber ido a la guerra con Chile. De eso, me felicito todas las noches”, señaló.






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En el libro “Disposición Final”, Videla dice que su gobierno había decidido atacar a Chile el sábado 23 de diciembre” de 1978.









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